miércoles, 11 de noviembre de 2009

Lovear Berlín

Me gustan los graffitis. Cada vez se ven más por todas las ciudades. En algunas quedan bien, en otras no. En Berlín quedan bien. Muy bien. Imagino todas las paredes de nuestras casas, las de los hospitales, las de las panaderías y las de los hoteles, las bibliotecas y las universidades. Todas llenas de graffitis. Todas las aceras y todos los asfaltos. Las vías de tren. Imagino todas las pieles de nuestros cuerpos tatuadas. Todas las hojas de los árboles escritas, todas las bicis pintadas. Imagino un día en que todos los blogs, todas las fotografías, todos los textos que hay colgados en webs, en "nubes", salen de los cables, se materializan  y se proyectan en el cielo. Y ocupan todo. No quedan huecos. No podemos leer. No podemos ver ningún agujero. Todo lleno de palabras, de imágenes, de frases. Buscaríamos un hueco, un espacio, blanco o azul, por el que salir, y respirar. Un silencio. Imagino buscar ese espacio, y tirar ese cielo entre todos, y encontrarnos con otro cielo, limpio, en el que no hacen falta las palabras ni las imágenes, porque lo sentimos dentro de nosotros, en nuestra retina, a través del pensamiento, de nuestro pecho, de la mirada, de nuestras manos. Sintiendo las personas, sintiendo la naturaleza.






Me gusta que sea otoño, que esté todo el suelo lleno de hojas, que haya niebla, que haga frío. Y ponerme gorro, y bufanda, y manoplas. Y caminar.



Me gustan los waffles con chocolate y nata.

Me gusta probarme ropa militar de segunda mano con Berta.

Me gustan los árboles. Me tengo que comprar un diccionario de árboles. Me gustan los diccionarios.

Me gustan las caras. Me gusta mirar la piel de las personas, las miradas, sus manos, su caminar. Y pienso si vivían en el este o en el oeste. Qué tienen en sus cabezas y en sus estómagos, después de haber vivido aquello. Cómo se sienten. Si encuentran sentido. O si no lo encuentran. 

Me gustan los yogui teas con leche y miel en vasos grandes de cristal tipo Ikea.

Me gusta pasear por East Side Gallery y ver a Yunus, paseando, sin comitiva alguna, con su chaqueta beig, sin nada que le abrigue en el cuello. Y acercarme, y estrecharle las manos, y decirle que le admiro, y que también creo que un mundo sin pobreza es posible.

Me gusta ver a la gente caminar con maletas por la calle. Me imagino un mundo nómada, donde todos vamos con mochilas o maletas de ruedas de 50x40x20. No hace falta más. Y vamos cambiando de ciudad, de país, de continente. Vamos caminando, siempre a pie. Para ver desde todos los ángulos, para ver de otra forma, para ver desde dentro.

Me gusta Mauer Park. Me gusta calentarme alrededor de un cubo de hojalata, metiendo astillas de madera, poniendo manos con manos, de distintos colores y distintas pieles, todas juntas, alrededor del fuego, como si fuera un ritual. Sí. Un ritual. El ritual de la libertad. Me gusta calentarme así como si fuéramos vagabundos. Me gusta esa imagen. Todos vagabundos. 




Me gustan las ventanas grandes, antiguas, sin persianas ni cortinas. Vacías, transparentes. 

Me gusta la sopa de zanahorias, ginger y coco en el sitio de Franziska. Escuchando a Leonard Cohen. Mirando por la ventana las bicis, y los árboles, y las hojas. Y escribir en mi cuaderno. 





Me gusta poder estar aquí el 9 de noviembre del 2009. y que 2 y 9 sumen 11 = 9.11.11 . Bonita fecha. Y que 9+4 sumen 13. Bonito número. Y que 3+1 sumen 4. Aire, fuego, tierra y agua. Norte, sur, este, oeste. Primavera, verano, otoño, invierno.


Me gusta que haya un río. Me gustan los ríos en las ciudades, y pasear por ellos, y mirarlos y vivirlos.


Me gusta que todo el suelo sea de arena. Imagino una playa gigante en la que empezaron a hacer castillos con restos de materias que venían del mar o del río, y construyeron más y más hasta que ya no se veía que debajo había arena. Ahora ya no se sabe que debajo de Berlín hay una playa.


Me emociono bajo la lluvia la noche del 9. Con el dominó gigante. En la puerta de Brandemburgo. Parejas abrazadas bajo paraguas o sin paraguas. Personas solas. Niños. Alemanes, polacos, italianos, españoles. Da igual. Estamos todos allí. Y me estremezco cada vez que salen imágenes de lo que fue, cada vez que miro a los ojos de las personas que tengo al lado. Un chico nos hace un hueco debajo de su paraguas. Hablamos con él. Es del este. El tenía dieciocho años cuando cayó el muro. Tenemos la misma edad. Probablemente no es lo único que tenemos en común. Ninguno de los que estamos allí, o aquí, o ahí. Llueve. Gotas y gotas de agua que caen en piedras desgastadas, en arenas escondidas. Y limpian, y serenan. Y ayudan a crear una revolución silenciosa, más allá de las palabras, más allá de las imágenes.


Me gusta Berlín. Loveo Berlín.


2 comentarios:

ASTEROIDE B 612 dijo...

¿Cómo sonaba Berlín estos días? Habría más bullicio que de costumbre. Berlín suena a bicicleta, a patines, a caminantes serenos, a pocos coches sin claxón, a viento suave soplando bajo los tilos. Cada esquina guarda su historia, las paredes los agujeros que no quieren tapar, porque no quieren borrar el pasado. Berlín la ciudad aplastada, destruída, renacida. Berlín, un mundo.

PHAROS dijo...

No he estado en Berlin, la caida del muro, creo que es un punto y aparte.

Pero no debemos nunca olvidar quien ha caido en el muro,personas, niños, libertades,.....

Una ciudad asteroide b 612 que puede decir mucho derrotada pero volvera a renacer.