domingo, 9 de agosto de 2009

Lento



Se despertó al amanecer, con otro pulso, más lento, más ella. Oía el mar y olía a mar. Abrió los ojos y lo vio, azul y calmo, espléndido y tendido, delante de ella. Toda la casa era blanca, ella se sentía blanca... ¿En qué momento había renunciado a sentir a través de su propia vida y se había refugiado entre libros, con palabras de otros, cuerpos imaginados y vidas ajenas que sentía como propias? Se empezó a tocar, al ritmo del mar. Se iba abriendo, siguiendo el cielo, cada vez más alto, más abierto, más azul... La pequeña bruma del amanecer se difuminaba. Ella iba sintiendo pequeñas olas sobre su piel hasta que todo su cuerpo se contrajo en una última ola que la dejó todavía más calma, con su cuerpo relajado y la mente vacía.


Se lavó los dientes y se puso un bikini azul marino. Era como su segunda piel cuando estaba en esa casa, estaba descolorido y con la lycra totalmente cedida, pero se sentía libre con él, no le apretaba por ningún sitio y conocía su textura.


Adoraba esa casa, ese rincón del mundo, pequeño y anónimo, donde todo se paraba. Bajó a la playa, estaba justo delante de la casa. Y se fue metiendo poco a poco en el mar. Los pies, los tobillos... Las olas iban y venían... Un paso más. Otro paso... ¿Cuántos pasos había dado en toda su vida? ¿Cuándo había dejado de ser consciente y se había abandonado a un paso que no sentía? Abrió las manos y extendiéndolas toco el agua con la punta de sus dedos, acariciándola, y con las palmas abiertas empezó a hacer círculos sobre el mar. Se fue metiendo, lentamente, hasta que ya le cubría por la cintura y se zambulló de cabeza en él. Entera. Fue buceando, abriendo los ojos, dentro del  agua. Se quitó el bikini y se ató la braguita en una muñeca y la parte de arriba en la otra. Y comenzó a nadar a braza, abriendo sus brazos, abriendo sus piernas. Las abría y las cerraba. Inspiraba y espiraba. Pranayama. Sentía el movimiento del mar modelar su cuerpo,rozándolo sin ningún pudor ni cuidado, iba y venía, fuerte, lento, calmando su alma, abriendo todos sus huecos y llenándolos de un ritmo lento y suave. Llegó a la boya amarilla, tocó primero con las manos y luego con los pies, como mandaba la tradición, y se quedó haciendo el muerto, escuchando su respiración en el mar. Inspirar por la izquierda, retener, espirar por la derecha, volver a inspirar por la derecha, retener, espirar por la izquierda.  Nadi sodhana, respiración alterna. Ciclos, ciclos...


2 comentarios:

PHAROS dijo...

libertad y estar en paz consigo misma, eso es el mar.

Creo que sabes lo que es sentirse parte del mar me queda poco y deseo tener esa sensacion

Un pez dentro del mar uno mas
precioso
besoso

ASTEROIDE B 612 dijo...

Equilibrio