domingo, 23 de noviembre de 2008

Se ha ido

Se ha ido. Y ya está. Ya ha terminado su vida. Al menos la vida aquí, la que nosotros conocemos. Y de pronto ya no está. Y pienso en ella. En la vida tan dura que ha tenido. Pienso en los momentos que habrá tenido felices, muy pocos. Pienso en todos aquellos otros momentos en los que se habrá sentido tan sola. Su marido murió cuando era muy joven y los niños demasiado pequeños. No se volvió a casar. Ni nunca más tuvo un novio. Ni un amigo. Ni una amiga. No volvió a estar con nadie. Siempre sola luchando para sacar a sus hijos adelante. Y sus hijos salieron adelante. Pero ella no. Ella se quedó ahí. Siempre luchando y con cierta amargura al final hacia lo que le había dado la vida.
Y ahora ya no está.
Y pienso ¿por qué? ¿para qué?
Pensamos que vamos a estar aquí siempre. Qué tenemos tiempo. Ese es el gran error, creer que tenemos tiempo.
Y me veo reflejada en ella. También intentando sacar a mis hijas adelante. Pero no quiero hacerlo de la misma forma. No quiero renunciar a mi vida como lo hizo ella. Dicen que nuestra generación es mucho más egoísta. No lo sé. Somos distintos. Todos somos distintos.
Me llaman unos amigos para salir a cenar. No me apetece mucho, pero digo que sí. Necesito desconectar un poco. Me pongo unos vaqueros y una camiseta. Paso de arreglarme. Hemos quedado en una crêperie nueva que se ha puesto muy de moda. Llego allí y me siento fuera de lugar. Hombres, mujeres, hombres que parecen mujeres, hombres totalmente masculinos, mujeres que parecen niñas, y mujeres más masculinas, todos, todas, perfectos, estéticamente, aparentemente, perfectos. Camisetas ajustadas, pechos redondos y duros, culos firmes , cabellos brillantes, pieles bronceadas y tersas, labios gruesos, largas pestañas llenas de rímel, movimientos estudiados, sonrisas ya ensayadas..
Se ríen. A mí no me apetece reírme. Me quedo callada. Sigo ensimismada observando a todos esos cuerpos perfectos…y preguntándome cuáles serán sus sentimientos más profundos cuando se quiten todo y se metan en la cama y se encuentren con ellos mismos.
¿Qué te pasa? ¿estás bien?, me pregunta una amiga, estás como ida, triste. Pues sí, joder, claro que estoy ida y claro que estoy triste. Pero le contesto suavemente: si, sólo estoy cansada. Así no tengo que dar más explicaciones.
Ceno mi pasta. Charlamos un rato. Y me voy. Ajena a ese mundo. Pensando en mi abuela. En que la echo de menos. En lo lejos que estuvo ella siempre de todo eso. En que tiene que haber más gente con otras inquietudes. En qué no sé dónde se mete esa gente. En que me apetece tomarme una copa, pero no en ese sitio ni menos con esos entes perfectos y vacíos. En que no sé hace ya cuantos meses que no me acuesto con nadie. En que es una tontería vivir sin intentar al menos expresarnos como somos, como sentimos, por miedo a ser juzgados o rechazados.
Me meto en la cama. Estoy cansada.
Y sueño con ella. Está contenta. Por fin descansa.

2 comentarios:

PHAROS dijo...

La mujer que describes pasa de una etapa a otra que son distintas, tener hijos crea una madurez especial y ves la vida de distinta forma y tu cambias con ello no valoras lo mismo.

Tener hijos simpre hay una entrega y sacrificio por parte de los padres, pero quien ha dicho que no tenemos que disfrutar
Hay gente con grandes inquietudes y esa gente estara en el lugar donde me esperes solo tienes que ver y escuchar

todos debemos sin miedo a expresar lo que sentimos y como somos y no tener miedo a ser juzgados pero quien tiene el poder de ser juez otra persona como yo vamos por favor.....

miedo al rechazo no, quien nos quiere nos comprenda y nos acepta tal como somos nunca nos rechazara y quien nos rechaze simplemente no tiene nada que ver con nosotros
besos

ASTEROIDE B 612 dijo...

Piensas, observas, sientes, analizas y sacas conclusiones.
Bienvenida al club.