domingo, 23 de noviembre de 2008

Buscando

Siempre tendrás una excusa. Ahora son tus hijas, otro día será el trabajo, el día de mañana tus padres. Siempre la tendrás. Yo sólo te digo que es el mejor regalo que te puedes hacer en la vida. Y que estás en un momento perfecto para hacerlo. Acabas de dejar tu trabajo, en dos días estarás enganchada con otro y ya no te podrás ir un mes. Hazlo ahora.
Era mitad de octubre y volvíamos de una excursión en piragua por el delta del Ebro. Ya no me pude quitar el camino de Santiago de la cabeza en todo el día. Por la noche llamé a mi madre y se lo comenté, pero no me dijo absolutamente nada. Probablemente porque sabía que ya había decidido hacerlo.

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Me llama Sue por skype
--¿Qué haces? ¿Te vienes a Chiang Mai por fin?
Nos habíamos conocido en una feria en Dubai. Nuestros stands estaban uno enfrente del otro. Ella estaba con su empresa en el pabellón de Tailandia y yo con mi hermano en el de España. Y desde el principio conectamos.
Era una mujer tranquila, suave, cariñosa. Vendían una especie de mandalas que hacían con una pasta de papel. La mezclaban con plantas para darles color y con unas pinzas y un palito iban rellenándolos. Sue se sentaba cada mañana en el stand, se ponía sus gafitas y, con esa calma que parece que sea exclusiva de los orientales, cogía la pinza, el palo, los colores, y poco a poco iba dando forma a aquellos mandalas.
Me encantaba verla. Empecé a hacerlos yo también a escondidas en nuestro stand. Al final de la feria intercambiamos tarjetas, teléfonos personales y direcciones de skype y quedamos en ir a verles un día. Keep in touch, yes, keep in touch. Sabíamos que nos volveríamos a ver pronto.
Tenía millas y un upgrading con Thai que me vencían a final de año, así que decido utilizarlos e ir a Chiang Mai. Después de catorce años yendo a Tailandia nunca he estado allí.
--Si, Sue. Decidido. Me voy una semana. Todavía estoy pensando si ir directamente a Chiang Mai o parar en Bangkok algún día. Creo que iré toda la semana allí.
--Genial. Vente aquí, a nuestra casa.
--No, gracias, Sue. Prefiero estar a mi aire, de verdad. Me reservo un hotel cerca de tu casa.

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Nunca más. Nunca más. Nunca más.
¿Cuántas veces lo he dicho? ¿Y por qué otra vez, y otra y otra?… No. Se acabó. Esta vez de verdad. ¿Por qué tenemos que luchar contra nosotros mismos? ¿Por qué? Equilibrio. ¿Por qué se empeña todo el mundo en hablar de equilibrio? ¿Qué hay en la naturaleza que esté en equilibrio? Nada. Son estaciones, está todo verde, luego amarillo, naranja, vacío... y otra vez. Los animales. No, también ellos tienen ciclos. Por qué no respetamos nuestros ciclos y en lugar de luchar contra ellos en pro de ese falso equilibrio continuo, no seguimos nuestra intuición y vamos viviendo nuestras propias estaciones. Somos multidimensionales, multisensoriales, multi... pero no. Nos obligan a ser unidimensionales. ¿Por qué?

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Domingo por la mañana.
Katy, la gata de una amiga que vino a pasar unos días y que creo que se va a quedar en mi casa por siempre jamás, como diría Peter Pan, me está lamiendo la cara. Katy, por favor, déjame tranquila. Quiero dormir. Necesito dormir.
Pero a los dos minutos noto una minilengua acariciando mi brazo. Katy, lárgate ya. Te he dicho que me dejes tranquila un poco.
¿Cuántas copas me tomé anoche? Tampoco fueron tantas. Había dos chicos colombianos que las preparaban de muerte. Buenísimas. Habría que invitarlos a todas las fiestas. Aunque seguramente lo que me mató fue el tequila. Pero me tenía que beber uno. Cada vez que lo tomo es como si me transportara a México, y me siento viva y feliz. Estoy enamorada de ese país, dónde hombres y mujeres se emborrachan y cantan y lloran con los mariachis sin ningún pudor. Están vivos. Pues sí, seguramente fue el tequila. Vale Katy, tú has ganado, me levanto.
Ana sigue dormida. Gusi está con su padre.
Peter sigue dormido.
Abro el ordenador. Sólo hay dos mensajes. Hablo un rato con Rajesh por el Messenger.
Voy al baño. Paso por la habitación de las niñas. Ana sigue dormida. Mejor, así puedo arreglarme tranquila. Me meto en la ducha. Y caigo en la cuenta de que es domingo 18 de mayo. Mierda. Domingo 18 de mayo, vuelo 7893 Madrid-Marrakech. Y no voy a ir. Lo voy a perder por tercera vez en mi vida. Bueno, think possitive, las cosas pasan por algo. Seguramente ni era el momento para hacerlo, ni era la compañía adecuada.
Y viene a mi cabeza la dedicatoria que me puso Antonio Gala en un libro y que tantas veces recuerdo: "0jalá tengas y des siempre la mejor compañía". Pues sí, efectivamente, no es el momento de ir a Marrakech. Ni voy a ser una buena compañía ni voy a tenerla.

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--Tienes un buen corazón. ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Qué quieres?
--Quiero encontrar mi camino.
Me está tocando el hombro y me mira con unos ojos llenos de compasión y de amor. No le conozco de nada. Pero no hace falta. Sé que me comprende.
--¿Y tú? --le pregunto--, ¿dónde vives? ¿Aquí en la calle?
--Soy un vagabundo --me responde con una gran sonrisa, y le envidio, y le entiendo. Y sigue hablándome
--Eres espiritual y no encuentras tu camino porque no te sientes dentro de este mundo. Yo me salí.
--Yo no puedo, no puedo salirme.

1 comentario:

PHAROS dijo...

QUE VARIEDAD BESAZOS